Olvídate de Dios para ser Dios

Todos hablan de libertad, pero muy pocos saben dónde empieza o termina. A este respecto, hay una frase del Maestro Saint Germain que me encanta: La libertad es entender, comprender y amar tus limitaciones.

Es muy importante saber dónde están nuestros límites y así poder amarlos. De entrada, desde el título mismo de esta clase se nos plantea una paradoja: En muchas ocasiones te he exhortado a tomar el cetro de tu poder, a crear la vida que deseas y a vivirla con alegría, cantando, bailando y gozando, pero ¿Y si mi canto y mi música molestan al otro? ¿Dónde está el límite?

¿O si tú mismo, al manifestar esa divinidad que eres con todo el corazón abierto, encuentras que otros han traspasado los límites y han atentado contra tu libre albedrío?

A este respecto, quiero compartirte una experiencia personal que me ocurrió hace poco. Es muy graciosa y creo que ilustra bien el punto que te deseo compartir. Sus protagonistas son nuevamente una familia gatuna

La Clínica Sagrada Familia

Como sabes, me encantan los animales, y en este último tiempo disfruto mucho de ellos, porque al estar nosotros en cuarentena, los animales están de fiesta. Se han sentido más libres, y así, en el barrio donde vivo hay una gatita que es muy salvaje. Nació muy cerca de mi casa, y todos sus hermanitos fueron adoptados por personas amorosas.

La única que no pudo tener un hogar fijo fue ella, porque es muy salvaje y arisca. Desde que nació, tanto su madre como todos los vecinos la criamos y cuidamos con amor. Sin embargo, nunca fue dominable y no podíamos domesticarla. Yo misma intenté de todas las maneras acercarme a ella.

Es más, cada vez que la veía le daba comida, pero cuando intentaba tocarla salía corriendo. Así pasó todo un año, hasta que un buen día, estando en mi casa, de pronto escuché el maullido de un gatito recién nacido. Resultó que a esta gata salvaje se le ocurrió venir a la Clínica Sagrada Familia, como le digo a mi hija que se llama en realidad mi casa, ¡y parió a su camada debajo del sofá!

En un primer momento me encantó su acción, pero después sentí enfado. ¿Por qué? Porque me sentí invadida en mi libre albedrío. Me sentí invadida porque ahora tenía cinco gatitos bajo el sofá. No podía sacarlos a la calle, porque respetaba su libertad y su crianza, pero no quería tener a toda la familia en mi casa.

Trabajar el enfado y decidir en amor

Y así, tuve que trabajar el enfado que esto me provocó. Era una sensación incluso de acoso, porque sentí que la gata hizo lo que quiso conmigo. No me dio amor, no quería estar cerca de mí a pesar de todos mis intentos por ganármela, y ahora la casa se había llenado de maullidos.

Esto me hizo pensar dónde empieza el libre albedrío de uno y termina el del otro. Somos todos dioses, la gatita y yo también. Entonces, ¿qué es lo que debería hacer? No fue mi decisión, sino una imposición. En este momento tengo cinco gatitos, cuando yo tenía deseo de estar solamente con mi perrita y otro gato. Y así, de este sencillo y tierno episodio también nació esta clase.

Así pues, estamos entre dos dioses. ¿Dónde empieza su libertad y dónde la mía?. Si saco a la gatita y a su prole sin más a la calle, los demás van a pensar que soy una desalmada y que no le tengo ningún cariño a los animales. Si los dejo a todos dentro, me mantengo en una situación en la cual me siento invadida y sin libre albedrío.

Entonces, lo que debo hacer es tomar decisiones basadas en el amor, pero sin importar lo que los demás piensen que debo hacer. No puedo hacer algo por otro Dios si me está invadiendo y me está impidiendo manifestar mi condición divina. Siempre ten esto en cuenta, pero lo más importante es que todas las decisiones que tomes estén basadas en el amor.

Disfruta, sueña y desea sin culpa

Si una situación determinada y que no ha sido producto de tu decisión te quita el disfrute y te trae efectos colaterales que no deseas, debes saber que tienes derecho a disfrutar de la vida sin culpas. Empieza a vivir como quieres, sin importar lo que el otro espera de ti, o lo que crea que debes o tienes que hacer.

Debes manifestar la condición divina en ti. Debes dejar de pedir permiso, siempre preocupada o preocupado por el bien y el mal, o por dónde empieza la libertad de uno y termina la del otro.

La libertad empieza por respetarte a ti y dejar de pedir permiso para vivir, hablar, sentir, creer y crear. Si no te amas no puedes amar a los demás y no puedes manifestar tu divinidad.

En este camino por el que ahora transitas, empiezas a conocer a tu Presencia Yo Soy, a tu Dios en acción, y a tu ser superior. En este camino vas a empezar a vivir, y al hacerlo te surgirán varias preguntas: ¿Está correcto lo que estoy haciendo o no? ¿Estoy diciendo las palabras correctas? ¿Estoy manejándome en forma correcta? ¿Estoy ofendiendo a otros. o incluso a los Maestros?.

Cree en ti mismo para creer en Dios

A medida que avances en esta Presencia Yo soy y en esta Unidad con el Todo que eres en realidad, manifestarás tu condición divina sin hacer distinciones entre quién eres tú y quién es el otro. Lo empezarás a sentir intuitivamente; verás y escucharás a los otros con una consciencia más elevada.

Para poder ser Dios y manifestar a ese Dios vas a tener que dejar de creer que Dios está fuera de ti. En ocasiones podrás sentir unión y separación al mismo tiempo, pero no te preocupes. Tampoco te desunas ni empieces a pedir perdón. Mantente en la Unidad y escucha a tu intuición, que es tu propia voz emitida desde una consciencia superior.

Esta visión te permitirá superar la inseguridad, la timidez y la necesidad de pedir permiso. Puedes así manifestar tu condición divina, tu diosidad, sin controlar a los demás. Recuerda que en el momento que pones la mente en dicha manifestación, ese Dios ya no está contigo. En el momento que piensas en un Dios externo a ti, ya no eres Dios.

La necesidad de controlar tu mente

Por otra parte, tienes memorias que se van detonando y despertando a cada instante de tu vida, y que debes borrar. Todo aquello que estás observando en el campo cuántico es lo que atraes a tu vida, y esos millones de memorias, al detonarse, pueden llegar a determinar tus observaciones.

Y en efecto eres Dios, pero también tienes que trabajar para neutralizar esas memorias que se encuentran en tu mente inconsciente. Y así, regresando a mi experiencia con la gatita, ahora tengo una memoria de invasión a mi libre albedrío. Esta memoria, al ser observada en el campo cuántico, está trayendo hacia mí diferentes tipos de hologramas.

Y allí es donde empieza mi trabajo. Todo el día estoy corrigiendo, y gracias a esas correcciones, si bien la memoria está en mi inconsciente, yo soy consciente de que esa memoria está observando en el campo cuántico y crea un holograma que está viniendo a mí.

Entonces, gracias a esa consciencia puedo mantener el auto control y la auto corrección. Si la gatita me ha producido enfado, tengo que corregirlo y considerar que el libre albedrío del otro no puede invadir mi libre albedrío. Tienes que aprender a ser ese Dios para tomar las decisiones correctas en tu vida.

Olvídate del otro para ser tú

Olvida la inseguridad y la timidez, y plántate frente a todos y a todo con tu presencia divina. No permitas que nadie invada tu libre albedrío ni que haga contigo lo que desee, independientemente de que esa memoria la hayas creado tú con tu Presencia Yo Soy, y de que la observes en el campo cuántico.

Cuando yo misma he logrado hacer eso, muchos posibles enfrentamientos desagradables se resolvieron de forma perfecta, porque no puse mente, no puse emociones y estaba absolutamente en el vacío total. En ocasiones he tenido que confrontar a personas que parecían un oso que me quería embestir, producto de mi creación al observarlo en el campo cuántico desde mi mente inconsciente.

Me he enfrentado a situaciones en las que he tenido que olvidarme de Dios para ser Dios. Tuve que defender mi integridad mediante mi Presencia Yo Soy, manteniendo un vacío sin mente y sin espíritu.

Esto significa que en esos momentos no había en mí emociones, dolor o resentimiento. Dejé de pensar en lo que tenía que hacer con el otro para ser yo. Dejé de pensar en lo que debía desear, soñar o disfrutar para no herir al otro. Empecé a manifestar mi condición divina, porque eres Dios en el momento que entras sin mente en el vacío. Entras en la Unidad y eres esa consciencia expandida y elevada sin dejar de ser tú mismo.

Ser tú es ser libre

La libertad no significa vivir sin límite. Te invito a disfrutar y soñar sin culpa, a olvidarte del otro para ser tú, y a olvidarte de Dios para ser Dios, pero también te recuerdo que existen límites, y que tu libertad termina donde empieza la libertad del otro. Asimilar y vivir de acuerdo a esto es todo un trabajo. Por ello es necesaria una extrema sabiduría.

Ser tú mismo es la verdadera libertad. Es ver, oír, tocar, oler y gustar, sin importar lo que deberías ser o hacer, pero para ello tienes que auto corregir y auto controlar tu mente. Solo así entras en el vacío. En el momento en que tomas decisiones en forma de venganza, enojo o manipulación, estás muy lejos del Dios que eres.

De esta forma, si yo no hubiera estado auto corrigiendo y auto controlando mi mente, los efectos de muchas de mis experiencias hubieran sido muy distintos. No hubiese tenido varias de las maravillosas vivencias que he tenido. En ellas he podido olvidarme del otro para ser yo.

La fórmula es el auto control y la auto corrección

Lo que deseo trasmitirte con esto es la necesidad de vivir con extrema sabiduría. Para hacerlo, debes seguir las palabras del Maestro Saint Germain con respecto al auto control y a la auto corrección de la mente las 24 horas del día y a cada minuto. Así, cada vez que se te presenten emociones que van a alterar tu holograma y tu vida, podrás controlarlas.

Yo auto controlo y auto corrijo mi mente todo el día. Permanezco en mi Presencia Yo Soy; la siento, vibro y percibo, y sin embargo, mi mente inconsciente aún sigue observando en el campo cuántico y atrayendo a mi vida cosas que, si no las detengo con ese auto control y auto corrección, me invaden y me pueden provocar daño.

Y por eso te reitero la fórmula que yo encontré, y que consiste en auto corregir y auto controlar la mente. No tengas dudas ni temores. Tienes que ser Dios y dejar de agradecer tu existencia a alguien externo a ti. Por eso el Maestro Jesús decía a sus seguidores que no lo vieran como un ser trascendente, sino como un hermano mayor que camina delante y guía a los demás.

Todos los Maestros son nuestros guías, pero no le debes la vida a ellos; te la debes a ti por ser Dios. No tienes que dar excusas para vivir. Para poder ser Dios necesitas ver, tocar, oler, oír y gustar. Necesitas disfrutar un sabor, oler las fragancias más hermosas, ver los colores radiantes… No te lo prohíbas. Si te vas a limitar por tus dudas sobre lo que está bien y lo que está mal, te estás privando de tu condición divina.

Si sacrificas tu disfrute por alguien o algo, ¿dónde quedas tú? ¿Dónde está Dios? ¿Dónde estás?

Así que sueña sin culpas lo que de verdad quieres, y no lo que puedes o lo que deberías. Sueña lo que deseas de verdad para tu vida. Nada más. Lo mejor que le puedes regalar a los tuyos es soñar, disfrutar y desear sin culpa.

Esto es así porque desproteges y descuidas a tus seres queridos con todos esos pensamientos macabros y de miedo que tienes y que son producto de ocuparte de algo que no te corresponde. De dejar la vida por otros, así sean tu madre, padre, hijo, hermano o pareja. No estás viviendo, porque estás pensando en el otro, y eso no es libertad.

La prioridad eres tú

En este camino, si quieres dejar de sufrir, vas a tener que priorizarte a todos los demás, siempre conociendo, respetando y amando tus límites. Sabiendo que en muchas ocasiones, el límite eres tú mismo. En cada decisión que tomes, tú eres la prioridad, porque tú eres Dios.

En ocasiones no es fácil el camino, pero te puedo decir por experiencia personal que las decisiones más acertadas son las que tomas sin mente y viviendo con extrema sabiduría. También te digo que para vivir con extrema sabiduría debes ser extremadamente consciente de que todo lo que está delante de ti es producto de tus procesos creativos. No tienes a nadie a quien culpar, ni eres víctima de nadie.

Y si has creado una limitación, por ejemplo, el tener a tu lado a alguien que te está invadiendo, puedes solucionarla con tu Presencia Yo Soy. Decreta lo que de verdad quieres para tu vida y nunca te olvides de auto corregir y auto controlar tu mente. Así tomarás decisiones oportunas en el momento justo, sin que nadie te coarte o te quite tu libertad.

Ser consciente es un trabajo de obrero. Conlleva esfuerzo, voluntad y constancia. No permitas que tus emociones te dominen. Aprende a vivir en el vacío sin mente y a ser esa Presencia Yo Soy.

Un decreto poderoso

Así que olvídate de Dios para ser Dios. Sé tú, porque eso es la libertad. Para terminar, te regalo un decreto que, como lo consigna Saint Germain en su Libro de Oro, usó Jesús para poder ser la Resurrección y la Vida. El decreto es:

Yo Soy la presencia que nunca falla o comete un error.

No cometas el error de la gran mayoría al hacer tus decretos, puedes hacer Curso de Decretos para aprender a decretar. Haz tu inscripción aquí.

Cuando sabes que eres Dios y tienes todo el poder, empiezas a desear lo que de verdad quieres, y no lo que puedes, lo que deberías, o lo que los demás te dejan hacer. Olvídate del otro para ser tú, pero acuérdate que el otro eres tú y acuérdate que al otro también lo has creado tú.

Cuando tus emociones ya no te dominan y no te dicen lo que tienes que hacer, pensar o querer, entonces puedes disfrutar sin culpas. Cuando reconoces que eres la Presencia Yo Soy, que eres Dios en acción y que no le tienes que pedir permiso a nadie para vivir, pensar o hacer, entonces puedes soñar sin límites.

Si te gustó este artículo y quieres profundizar más en cómo alinearte con la vida y el amor, te recomiendo que leas el sigueinte artículo: Trabaja para el universo y acciona la llave del éxito.