Ámate, y todos te amarán

Ámate, y todos te amarán

Muchos de los bloqueos que sufres en tu vida no tienen el origen que crees. Una gran cantidad de las personas que atiendo en terapia tienen bloqueos financieros o de salud, por lo que creen que su causa se halla justamente en esas áreas. Sin embargo, es frecuente que en realidad se hayan generado en el ámbito de las relaciones.

Por esto, hoy hablaremos sobre los bloqueos en las relaciones. Tal vez encuentres aquí la causa de ciertas limitaciones que tienes, y espero que también la solución. Si tu vida es un caos, quizás puedas verte reflejado en esta radiografía que voy a trazar. Es la de un ser humano normal.

Y a ese ser humano normalmente le pasan ciertas situaciones, y no sabe por qué todo le está yendo mal. Ahora bien, no nos referimos solamente las relaciones de pareja, sino a las de todo tipo, incluidas las de padres e hijos y hasta las laborales. En todas ellas cuidamos con mucho ahínco el objeto de nuestro amor.

Cuidas el objeto de tu amor y descuidas tu vida

Muchas veces dejamos de vivir nuestra vida y dejamos de ocuparnos al cien por ciento de nosotros mismos, como debería ser nuestra prioridad, para atender al objeto de nuestro amor. Dejamos de hacer muchas cosas que de verdad nos gustan en pos del amor hacia otro ser.

Te ocupas tanto del otro que no tienes tiempo para dedicarlo a tu persona. No tienes tiempo para el verdadero objeto de tu amor: Tú mismo. Postergas tu vida, y lo más paradójico de esto es que al hacerlo obtienes algo muy diferente a lo que de verdad querías lograr.

Se supone que cuando hacemos algo con mucho amor hacia el otro, éste debería respondernos de la misma forma. Esperamos que el otro nos devuelva ese amor con el mismo ahínco y el mismo sacrificio, pero nunca es así. Normalmente en una relación, uno satisface demasiado al otro, y el otro se deja satisfacer.

Aparece el miedo al abandono

¿Y qué sucede? Que se detonan infinidad de emociones negativas, sobre todo miedos. Estableces una relación desequilibrada en la que das demasiado para que el otro no se vaya, porque tienes miedo a perderlo. Además, en el otro también se detonan miedos, que hacen que estés aún más pendiente del otro.

Te desvives por el otro, pero todo empieza a salirte mal. Es todo lo contrario a lo que esperabas. ¿Por qué? Porque no estás fluyendo con sinceridad, de acuerdo a lo que realmente deseas, sino que lo haces a causa del miedo a perder al otro. Esa falta de fluidez en el amor es muy nociva, porque el amor no es simplemente dar.

El amor es un estado del ser. Es muy diferente al miedo disfrazado, en el cual provocas que el objeto de tu amor se sienta agobiado. Te desvives por el otro y lo que infundes en él es una presión insoportable. En esa obsesión por dar amor, lo que recibe el otro es agobio.

Y además de agobio, siente otras emociones negativas. Es curioso, ¿verdad? Cuando das demasiado y postergas tu vida, el otro, en vez de pagarte con la misma moneda, se ve agobiado y se le empiezan a detonar miedos. Está muy lejos de activar el amor que tú pretendes se active en él.

Ahora aparecn el miedo al abuso y a ser herido

Lo que frecuentemente aparece en el otro es el miedo al abuso, el miedo a ser herido y el sentimiento de estar atrapado. Entonces, empieza a sentir el deseo de tener más espacio, así como de huír y buscar su libertad. Crees que estás dando amor cuando lo que das es miedo.

Demuestras mucha inseguridad, haciéndote cada vez menos apetecible y menos admirable. Entonces, lejos de empezar a sentir amor hacia ti misma, te haces más dependiente del otro, quien no ve la hora de salir huyendo en busca de espacio y libertad. Aquí empieza un juego en el cual las dos partes cada vez reciben menos.

El otro recibe menos espacio y tú recibes menos amor. Ahora tienes al objeto de tu amor mucho menos tiempo a tu lado, y dices: “Pero si me desvivo por él o ella, ¿por qué sale todo al revés? Mientras más le doy, más se aleja”. Esto se aplica también a la relación con tus hijos. Si postergas tu vida por ellos, provocas algo similar.

O fíjate si en la empresa donde trabajas también tienes ese miedo de perder el objeto de tu amor. En ese trabajo que amas tanto y por el que postergas tu vida, ¿recibes la misma medida de lo que das? ¿No te pasa que otros trabajan mucho menos que tú y reciben más retribuciones, halagos, admiración y respeto?

En la mayoría de las relaciones, las dos partes están enmiedados y no enamorados. Viven unidos por el miedo.

Ahora aparece el miedo al rechazo

Ya sufres el miedo al abandono, y ahora, al ver al otro agobiado, aprece en ti el miedo al rechazo. Te sientes rechazado porque antes el otro estaba todo el día contigo y ahora no ve la hora de escapar. En ese momento te empiezas a abandonar. ¿Por qué? Porque consumes toda tu energía en la relación.

Empiezas a consumir toda tu energía en el objeto de tu amor, ya sea pareja, hijos o trabajo. Entonces, ese miedo al rechazo que sientes hace que te rechaces a ti mismo. Desgastas tu energía enfocándola hacia donde sufres. Te abandonas, te estresas y tienes sentimientos encontrados. Y empiezas a desvivirte por el otro aún más.

Tu vida se convierte en un caos cuando dejas de ocuparte de ti misma o ti mismo y te abandonas ante el rechazo. En este punto es cuando las personas me dicen que tienen problemas en sus finanzas o su salud. Cuando les pregunto: “¿Cómo están tus relaciones?”, siempre me contestan: “Bueno, ese es tema para otra terapia”.

Tus finanzas y salud se ven afectadas

Si estás malgastando tu energía en el otro, todo lo demás empieza a caer. Todos los seres que coexisten contigo sienten tu vibración de abandono y por consiguiente, te abandonan y rechazan. No es de extrañar que las personas que se desviven en forma desmedida por el otro acaben solas.

Sus hijos no quieren estar con ellas, y mucho menos sus parientes. Considera que nosotros somos un gran todo. No podemos centrarnos en un solo ámbito o persona, olvidándonos de todo lo que está a nuestro alrededor. Y así, cuando algo empieza a caer, desencadena un efecto dominó en nuestras vidas.

En este punto, tampoco es de extrañar que sientas que tu cuerpo ya no te responde como debería. La presión arterial se te dispara y eres incapaz de relajarte. Empiezas a tener problemas con el colesterol y la glucosa, y te duelen las articulaciones. Al postergar tu vida por el otro, ¿cuánto tiempo dedicas a tu cuidado?

¿Cuánto tiempo dedicas a amarte? ¿Cuánto sientes el merecimiento del amor de los otros sin tener que dar nada a cambio? He visto a muchas personas que dicen haber encontrado el amor y su vida se convierte en un caos. Toda su energía está consumida en complacer al otro.

Recuerda que el otro no va a hacerte feliz: Tú eres feliz y tu felicidad va a irradiar al otro. Tú eres amor y tu amor irradia a los demás.

Empiezan los conflictos

Una vez que todo empieza a funcionar mal, aparece el conflicto entre el objeto de tu amor y tú. Empiezan las desvalorizaciones y las peleas. ¿Y qué es lo que detona esto? El mal concepto que tiene casi toda la humanidad de lo que significa el amor. El amor no es un dar y recibir. No sé quién inventó esa frase tan errada.

Por culpa de esa famosa frase la gente cree que “da amor” estableciendo relaciones basadas en el miedo. Cuando crees dar amor, lo que estás dando es miedo: Miedo a la pérdida, al abandono y a no ser apetecible para el otro. Crees que la relación ideal consiste en dar amor al otro para que te lo regrese.

Pero lo que ocurre es que, llegados a este punto, ambas partes se sienten atrapadas. Ya no es tan lindo y tan divertido tener una relación con esta persona. Discutes todo el día. Están todo el día desvalorizandose y maltratándose. Ahora bien, antes de iniciar otra pelea considera quién no se valoró y no se respetó en primer lugar.

Algo que empezó por amor te lleva a sentir una completa falta de esperanza. Piensas: “Si doy tanto amor y todo el mundo me falta al respeto y me desvaloriza, ¿qué me queda?”. Aquí tienes dos alternativas: Sigues desvalorizándote en este desvivirse por el otro, o haces un alto y te miras un momento al espejo.

Detente y ocúpate de ti

Puedes empezar a vivir tu vida de acuerdo a lo que realmente deseas hacer, y dejar de atender al deseo del otro. Ocuparnos perpetuamente de los otros es un concepto errado que hemos recibido hace eones de tiempo. Es una idea equivocada del amor que nos han legado nuestros ancestros.

Entonces, la solución es salir de las relaciones sostenidas por el miedo. Hay que salir por completo del miedo al abandono, al rechazo y al abuso, así como de los sentimientos de estar atrapado. Ocúpate de ti mismo y ámate a ti mismo. Ocúpate de tus propios tiempos y de tus propios deseos.

Cuando un ser se ocupa de sí mismo y se desvive por sí mismo, es admirado y respetado. Fíjate quienes son las personas que más respetas en tu vida y obsérvalas. Se dedican a lo que le más les gusta. Hacen su vida y luego comparten parte de ella con otros seres que también se ocupan de sus propias vidas.

Si te ocupas de tí misma y haces las cosas que en realidad deseas, te conviertes en un ser bello, alegre y satisfecho. Cuando llegas a un lugar y te atienden bien, te sientes merecedor o merecedora de esa atención. No estás atendiendo a otro todo el día ni te sientes en deuda con quien te atiende.

El cambio está en tus manos

Comprendo que una cosa es trabajar en lo que deseas y otra el tener que llevar la comida a tu casa, pero las dos se pueden unir en una. Haces lo que te gusta, y encima puedes atender las necesidades de tu casa con felicidad y alegría. Las dos cosas deben darse juntas, y no solamente una.

Entonces, ocúpate de ti misma o de ti mismo; empieza a embellecerte y a cuidar tu cuerpo. Cuando llegas al punto en el que te abandonas, es probable que le hagas mucho daño a tu cuerpo físico. Tienes problemas de obesidad o pierdes demasiado peso, y así, es probable que te conviertas en un ser que no te guste demasiado.

En ese momento puedes decir: “Paremos todo. Empiezo a ocuparme de mí mismo o mi misma. Empiezo a hacer lo que me gusta de verdad. Puedo dividir mi día en dedicarme a mí y en atender otras circunstancias”. ¿Y sabes qué es lo que pasa entonces en quien era el objeto de tu amor y tenías tanto miedo de perder?

Cuando te ocupas de ti, el otro te valora

Cuando te dedicas a ti misma o a ti mismo y dices: “Bueno, ahora el objeto de mi amor soy yo”, ¡aparece en el otro, al que le dedicabas tanta atención, el miedo a perderte! Esto es realmente paradójico. Ese ser que estaba harto, que quería espacio y libertad, de pronto empieza a ver en ti una energía distinta.

Has pasado del miedo al abandono y al rechazo a amarte, cuidarte y ocuparte de tí misma o de ti mismo. Entonces, esa persona que estaba muy cómoda siendo objeto de tu atención, empieza también a ocuparse de sí misma porque tiene miedo a perderte. Te ve bella o bello, radiante, muy distinta o distinto.

Te ve llena o lleno de una energía de alegría, satisfacción, merecimiento y auto respeto, y entonces empieza a mirarte con ojos de revalorización y deseo renovado. Así pues, al amarte, respetarte y ocuparte de ti, al otro no le queda otra que empezar a amarse y a ocuparse de sí mismo.

Da desde el amor a ti mismo

¿Te fijas cómo hay que darle vuelta a todas las relaciones de tu vida? Estoy hablando de abuelos y nietos, padres e hijos, jefes y empleados, y, desde luego, de parejas. Incluso de la relación entre seres humanos y animales. Hay muchas personas que se desviven por sus mascotas, y al desvivirse por ellas les quitan su libertad.

Y al hacerlo los convierten en animales agresivos. No lo son si les das espacio, libertad y amor, pero debes dárselos desde el amor a ti mismo y no desde el miedo que te hace decir: “Te cuido, y por eso te sobreprotejo y te encierro”. Esto mismo aplica para las relaciones de todo tipo y para superar todo tipo de bloqueos.

Fíjate si tienes bloqueos en tus finanzas o en tu salud, y entonces examina cómo están tus relaciones. ¿Tienes miedo al abandono? ¿Tienes miedo al rechazo? ¿Tienes miedo a ser herido o al abuso? Allí se encuentra la causa de tus problemas financieros y tus enfermedades.

En la calidad del amor, tiempo y merecimiento que te dedicas a ti misma o a ti mismo está la solución a todas tus limitaciones.

Una fórmula extremadamente sencilla

Esto es todo lo contrario a lo que hacen la mayoría de las personas cuando tienen un conflicto en sus relaciones, que es buscar una manera de cambiar al otro. La que tiene que cambiar o el que tiene que cambiar eres tú. La misma cantidad de amor, respeto y valoración que te das a ti mismo será la que los otros van a darte.

Toda tu vida empezará a fluir gracias al establecimiento de relaciones sanas. Ocúpate en sanar todas ellas y no digas: “Unas sí, otras más o menos y otras no”. Deja de estar enmiedado y empieza a estar enamorado de todo y de todos. Yo me amo a mi misma, me enamoro de mi misma, y así puedo estar irradiando amor a todos.

Si haces esto, todas tus relaciones serán de enamoramiento: Con tu pareja, padres, hijos, vecinos, amigos y hasta con tu gato o perro. Es muy bello poder sentir amor unos por otros. En esta Era de Acuario, debemos cambiar los conceptos erróneos para empezar a vivir enamorados.

En vez de buscar soluciones en los otros, búscalas dentro de ti.

Es una fórmula extremadamente sencilla: ámate y ocúpate de ti.

Conviértete en el objeto de tu amor, porque te lo mereces.



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