El equilibrio entre dar y recibir

Alcanzar el equilibrio en las relaciones es todo un reto. Es algo que a veces resulta difícil de entender, porque en ocasiones das mucho amor o atención y los demás, en lugar de agradecértelo, parecen estar cada vez más enojados contigo. Te desprecian, o te abandonan, y piensas: «¡Pero si me desviví dándoles todo! Les he dado mi vida entera, y ahora me odian y se van».

Estoy segura de que a muchísimos les ha ocurrido algo parecido. Y ocurre en todo tipo de relaciones humanas: Familiares, de pareja, de amistad y hasta laborales. Así que ahora quiero mostrarte la importancia de establecer un balance en todas tus relaciones, de acuerdo con una de las grandes leyes universales: La Ley del Equilibrio.

Para que algo funcione y se mantenga en armonía, paz y tranquilidad, tiene que mostrar equilibrio entre el dar y el recibir. Esto aplica siempre y para todos los aspectos de la vida. Incluso tiene vigencia en los reinos mineral, vegetal y animal.

Cuando hay desequilibrio empiezan a manifestarse cambios en las relaciones entre los seres. Esto puede apreciarse claramente en la naturaleza. Existen muchas relaciones simbióticas en el mundo natural, pero si uno de los integrantes de dicha relación sobrepasa ciertos límites, ese sistema se desintegra y a menudo uno de sus componentes muere.

Si no funciona bien una relación natural porque existe un desequilibrio, se provoca su destrucción. Sucede exactamente lo mismo con nosotros.

Cada uno es el gobernante de su propia existencia

Esto es lo primero que debes tener en cuenta, independientemente del tipo de relación que hayas establecido. De hecho, las relaciones más difíciles son las más cercanas: Las de padres e hijos y las de pareja. Hay que aceptar y respetar que cada uno es el gobernante de su propia existencia para no entrometernos en ella, ni siquiera «en nombre del amor«.

Si te entrometes en la vida de los otros, sin importar las razones que tengas para ello, estableces un desequilibrio. Y ese desequilibrio siempre trae consecuencias: Miedos, enfados, resentimientos, odios y hasta venganzas. Se despiertan miedos porque muchas veces, en ese afán de sobreprotección hacia el otro, lo ves carente.

En ese momento tus miedos envuelven la relación entre esa persona y tú. ¿Cuántas veces has hecho cosas por los demás pensando que ellos no saben o no pueden hacerlas, o que no las harán tan bien como tú? Allí sobrepasas los límites de una relación equilibrada. Pisoteas la libertad del otro.

No cortes las alas del ser amado

Al principio puede ser muy agradable que alguien se desviva por ti. ¿A quién no le gusta que lo atiendan bien? Pero es una espada de doble filo, porque esa sobreprotección desmedida genera a la larga un desequilibrio, y ese desequilibrio detona emociones negativas. Puedes potenciar miedos. Si tomas el mando de la mayoría de los asuntos de una relación es porque estás viendo carente a la otra persona.

Y con eso puedes generar en ella el miedo a no ser suficientemente buena, el miedo al éxito, el miedo al disfrute y el miedo a no ser capaz de resolver los problemas. Le cortas las alas a quien debe ser el gobernante de su propia existencia. Si decidimos no crecer demasiado, es porque tenemos miedos que hemos traído a este plano físico. Tenemos que trabajar a fin de liberarnos de ellos.

Si no dejas al otro desplegar sus alas y crecer, impides el motivo por el cual vino a este plano físico: Aprender de sus propias limitaciones. Debes recordar siempre que eres eterno e infinito. Eso significa que la muerte no existe; simplemente, hemos bajado a este plano a vivir una experiencia limitada.

Pero esta vez hemos venido para saltar todas las limitaciones; para empoderarnos y para ser maestros de nuestra propia existencia. Y estar aquí justo ahora significa que has venido voluntariamente a adquirir dicha maestría. Si te topas con seres que te aman demasiado y que no dejan que gobiernes tu propia existencia, están haciendo que tu estancia aquí sea en vano.

Al establecer una relación en la cual sobreproteges y das demasiado, le estás cortando las alas al otro. No podrá adquirir la maestría de su propio mundo.

Deja a cada quien cumplir su misión

Al sobreproteger al otro, estás trayendo más karma a este plano físico. En vez de transformar la energía negativa con la que has venido, activas la rueda de causa y efecto. Cuando existe un desequilibrio entre el dar y el recibir, indefectiblemente se generan emociones negativas, ya que uno de los integrantes de esa relación se sentirá atrapado bajo las garras del otro.

¿Cuántos están en este momento invadiendo el gobierno de la propia existencia de otros? Examínenlo con detalle y no me digan: «Es que son muy chicos. Es que son muy viejos. Es que no pueden. Es que no tienen trabajo. Es que están discapacitados. Es que están enfermos». Cada uno de ellos es el gobernante de su propia existencia. Cada uno de ellos ha creado sus aparentes limitaciones.

Y al ser el gobernante de su propia existencia, ese ser debe levantarse y salir de sus bloqueos por sí mismo, porque para eso ha venido de forma individual a este plano físico. Con esto no quiero decir que te vuelvas un tirano indiferente y dejes de atender a los tuyos, pero sí que establezcas un equilibrio entre lo que das y lo que recibes.

Ámate a ti mismo

Antes de establecer cualquier tipo de relación, ámate a ti mismo. Muchas veces, dentro de este plano físico, las relaciones están marcadas por el miedo y el apego. Das demasiado por miedo al abandono, a ser mala persona, a no cumplir las expectativas del otro, o a no seguir los usos y costumbres que nos han impuesto la religión, la sociedad y la familia.

En ocasiones llamamos amor a lo que damos, cuando en realidad son conductas dictadas por patrones familiares, obligaciones religiosas o imposiciones sociales. No tenemos en cuenta la ley universal del equilibrio ni consideramos nuestra propia misión individual. Hemos venido con un plan: Ser los maestros de nuestra propia existencia. Podríamos estar impidiéndolo acausa de dichos patrones.

Llegados a este punto, la visión humana es absolutamente distinta a la visión universal. Pero si me amo a mí mismo, logro conectarme con el merecimiento de recibir. Aunque no lo creas, resulta más fácil dar que recibir. Debes conectar con el amor hacia ti mismo para ser susceptible del merecimiento; para ser realmente merecedor de todo lo que el Universo tiene preparado para ti.

Permite que el otro también dé

Así como tú tienes ganas de dar, el otro también tiene ganas de dar. Y muchas veces, el otro se va de tu lado porque tiene ganas de dar y tú no se lo permites. Le das tanto que estableces un desequilibrio, y en ese momento, la otra persona dice: «No sé por qué, pero aunque me das mucho, siempre me siento vacío a tu lado». Lo que ocurre es que no has dejado al otro manifestar su propia grandiosidad.

No lo dejas ser ese al que también le gusta dar. Entonces, amarnos a nosotros mismos es de vital importancia para preparar el merecimiento de recibir. Si no lo hacemos, estaremos bloqueando al otro, que también tiene muchísimas ganas de dar y recibir. Este proceso es dinámico y recíproco: Doy y recibo. Recibo y doy.

En todas tus relaciones debes respetar esa dinámica. Si la interrumpes, atrapas y ahogas al otro. Y puedes estar ahogándolo en amor a través de tu sobreprotección. Entonces, cuando el otro rompe la relación contigo, se siente al fin liberado. ¿Qué pasó? Que no te permitías ser ese amor que constituye nuestra verdadera esencia.

Libérate.

Amarnos a nosotros mismos nos prepara para recibir. Para ser merecedores de todo lo que tienen los otros para dar.

Ama tus limitaciones (y también las de los otros)

Todas las limitaciones tienen su razón de ser. Recuerda que has llegado a este plano para ser el maestro de tu propia existencia. Para serlo, necesitas del ensayo y error. Te has equivocado mucho durante el transcurrir de los siglos, y has generado muchas limitaciones. Ahora has arribado hasta este punto, en el cual debes limpiar toda la energía que has dejado aquí.

Tu energía es eterna, regresa contigo cada vez que vuelves a este plano físico, y ha llenado una pesada mochila que cargas. ¿Recuerdas que yo siempre menciono esa mochila? Es por eso que debemos amar las limitaciones, tanto las propias como las de los otros. Cada una de ellas te brinda la gran oportunidad de trasmutar tu energía y cumplir tu misión.

Con respecto a la energía de los demás, no puedes limpiarla. Me encantaría hacerlo, pero no puedo limpiar las experiencias que otros han decidido vivir en este plano físico. Y el riesgo querer limpiar por otros es ver a ese otro carente, incapaz de salir de sus propias limitaciones y necesitado de mi intervención y ayuda. En realidad, lo que haces con eso es cortar las alas de ese ser.

Ese ser también debe amar sus propias limitaciones y salir de la rueda de causa y efecto. Eso es a lo único que ha venido aquí: A convertirse en el maestro de su propia existencia. Si no amas las limitaciones del otro y las tuyas propias, estás creando más energía negativa, porque el hacerte cargo de la vida de los otros genera sentimientos de miedo, impotencia, frustración e insatisfacción.

Respeta la libertad del otro

No hay nada más liberador y excitante que la sensación de alcanzar la maestría de nuestra propia existencia. Recuerda cuánto has disfrutado al alcanzar una gran meta por tus propios méritos. Entonces, si limitas al otro porque lo ves carente y te haces cargo de su vida, no permites que asuma y ame su propia limitación. No podrá crecer.

Y no podrá salir de ella. No podrá lograr el éxito en sus procesos creativos y no podrá disfrutar de su propia vida. A este respecto, ¿quién disfruta más, el que hace una gran fortuna o sus hijos? Fíjense en la historia trágica de muchos herederos de padres multimillonarios. Es muy decepcionante no tener metas; es muy triste no tener ni un solo logro alcanzado por uno mismo.

Sin embargo, cuando logras tus propias metas y alcanzas éxitos en tu propia vida, sientes que todo ha valido la pena. Si amas las limitaciones del otro, le permites ser, aún ante la vista de lo que podrías considerar como sus «defectos«. Quizás muchas veces crees ver limitaciones en el otro porque no hace lo que tú harías en la misma situación.

No olvides que cada uno es el gobernante de su propia existencia y debe decidir por sí mismo, aunque se equivoque. Muchas veces lo que es excitante para unos es horrible para otros. Considera esto antes de introducirte en sus vidas. No intentes resolver situaciones que el otro ha decidido tener. Evítalo a toda costa, porque es fundamental respetar la libertad de los demás.

Los seres que te rodean deben crecer por su propio gobierno y no por tu intervención. Agradece y ama sus limitaciones. Respeta su libertad y sus decisiones, aunque las consideres «equivocadas«.

No tengas miedo a recibir

Reconoce que eres un ser superpoderoso, y que el otro también lo es. Recuerda que has venido con un plan: Ser el maestro de tu propia existencia, y reconoce que el otro también. Ahora, si el otro quiere irse de este plano sin haber adquirido dicha maestría, es su decisión. Y es correcto también. Si aceptas que cada uno es el gobernante de su propia existencia, no generarás emociones negativas.

Comprendo que en este momento puedes estar muy molesta o molesto. Has dado tu vida por ese otro y no te sientes recompensado. Sin embargo, ten en cuenta que al observar y sostener ese enojo podrías estar estropeando una relación que surgió desde el amor. Si te llenas de enojo te llenas también de odio, venganza e insatisfacción. Te van invadiendo y de pronto te sientes atrapado.

¿Sabes cuál es tu error? Precisamente el dar demasiado. No obstante, si reestableces el equilibrio, haces a un lado el enojo, te permites amarte a ti misma o a ti mismo y te permites recibir del otro todo lo que tiene para darte, podrás sanar esa relación. Recuerda que el otro también está esperando darte. Lo que pasa que no lo dejas.

Deja al otro cumplir su impulso de dar y te sorprenderás gratamente. No tengas miedo y practica el uso de la Presencia Yo Soy en ti. Empodérate y verás que el otro querrá imitarte. No impidas que el otro sea el gobernante de su propia existencia; simplemente deja que te vea. Que vea tu poder y lo que haces con él, para que luego, si así lo desea, salga de sus propias limitaciones y miedos.

Deja de resistirte

Esto no es algo fácil, pero es de vital importancia. El apego es una resistencia enorme, porque a lo que más te apegas es a tus propios miedos, y también a los miedos del otro. Intentas combatirlos resistiéndote. Te resistes a la idea de que el otro puede ser el gobernante de su propia existencia. Te resistes a que el otro haga lo que quiera y se equivoque. Sin embargo, debes permitírselo.

Permite que el otro se caiga y se levante. Si no lo haces, lo sobreproteges, y muchas veces la sobreprotección viene de la mano del dominio, del control y de la manipulación. Y encima vives siempre afligido por el otro. Mira todas las emociones negativas que construyes en tu mundo y en el de los demás por el amor que les tienes y por el miedo a que les pase algo.

Deja de resistirte. Ocúpate de ti mismo, de amarte y de ser merecedor de todo lo que el Universo tiene listo para darte. Todo el Universo y todos los seres estamos listos para dar y recibir.

Entra en este hermoso sentimiento recíproco. Permíteme darte y permito que me des. Si tienes que soltar relaciones, suéltalas; deja que les crezcan las alas. Si tienes que soltar trabajos o lugares, desapégate. Muchos creen que su misión es ayudar a otros, y entonces se meten en situaciones dolorosas, adquiriendo pesadas obligaciones.

Observa tus sentimientos

Si crees que ayudar a otros es el camino de tu propia salvación, fíjate bien cómo te sientes en este momento. Si experimentas enfado cada vez que vas a ayudar, seguramente no estás haciendo que los demás gobiernen su propia existencia. No estableces el equilibrio, ya que no recibes lo mismo que das, y así fomentas las limitaciones de los otros.

De esta forma generas un desequilibrio entre el dar y el recibir. Cuando das, debes hacerlo desde el amor, y cuando recibes, debes hacerlo desde el amor. En equilibrio y en igualdad de condiciones. Si a pesar de dar sientes emociones negativas, es que no estás dando en equilibrio. Estás siendo obligado, y no puedes soltar la situación.

Esto ocurre porque has observado la carencia del otro. No has amado sus limitaciones. No has soltado los miedos propios ni los ajenos. Y ahora no sabes cómo salir; estás atrapado entre el dar y el recibir, y probablemente hasta llegues a enfermarte y lleves ese malestar hasta tu propia casa. La fórmula es: Si yo doy y recibo en amor, igualdad y equilibrio, estaré siempre feliz en mis relaciones.

La mejor demostración del desequilibrio es la presencia de emociones negativas. Si estás feliz al dar, te potencias, y así, al recibir y al dar, creces.

Deja de tener expectativas respecto al otro

Lo único que tienes que hacer es ser el gobernante de tu propia existencia. A eso es a lo que has venido a este plano físico de manera voluntaria. Si empiezas a tener expectativas acerca de la vida del otro, piensas: «Ya te ayudé. Ahora debes darme en la misma medida». Y como no te dan según tus expectativas, te invaden la ira y el resentimiento.

Estás totalmente inconforme con la otra persona y le dices: «No eras lo que yo quería. Me has decepcionado». En realidad nadie te decepciona. En todo caso, te decepcionas a ti mismo, por no ver cumplidas tus propias expectativas. En cambio, si das sin expectativas, sin resistirte, te conviertes en un ser de amor. Sin esperar nada de nadie, te haces merecedor a todo lo que está preparado para ti.

Cuando eres amor, observas el amor y ese amor viene. Cuando dejes de dar gobernando la existencia del otro, todas tus relaciones sanarán. Y entonces sí que aparecerá la gratitud en tus seres queridos. Sentirás el amor de los que te rodean. Puedes llegar incluso a pensar: «Antes me desvivía por los demás y nadie me toleraba; ahora me dedico enteramente a mí, y todo el mundo me busca».

¿Qué pasó? Que te has respetado a ti mismo y al otro. Has establecido el equilibrio en esa relación. Has dejado de controlar al otro y de ver sus limitaciones. Te has convertido en amor.

Es necesario darle vuelta a viejos patrones familiares, sociales, culturales y religiosos que aconsejaban sacrificar tu vida por los otros. Ese sacrificio es diametralmente opuesto al equilibrio entre el dar y recibir. En cambio, si permites que cada uno sea el gobernante de su propia existencia y ame sus limitaciones, te liberas y liberas a todos.

Observa el amor en todo

Eso que ves como limitación es en realidad experiencia y aprendizaje. Todas las elecciones del otro contribuyen a ello, y por eso hay que respetarlas. ¿Se fueron de esta vida sin aprender? Entonces volverán. No existe la muerte: Existe una vida eterna e infinita, y esos seres que aparentemente han partido para siempre sólo se fueron a cambiar de traje.

Y vuelven enseguida, porque tienen que venir a limpiar esa energía que dejaron. Si aprendes a ver la vida de esta forma, ganarás tu liberación. Por lo menos no le das más impulso a la rueda de causa y efecto. Si sales de los antiguos patrones, aceptas que cada uno es el gobernante de su propia existencia y te amas a ti mismo, te convertirás en amor.

Y si el otro se quiere equivocar, está en su derecho. Tiene esa libertad y le permito ejercerla. Si no te resistes a que el otro se equivoque, es más fácil que salga de sus limitaciones. En cambio, si en tu afán de ayudar no dejas que aprenda a partir de sus propias elecciones, impides que ese ser crezca. Sobreproteger equivale a fomentar y aumentar la limitación.

Deja a los demás ser libres y permite que se equivoquen. Si llegan a tocar fondo, el dolor y la oscuridad los obligarán a encender su propia luz.

Protégete y protege a los otros de la energía de la carencia

Esto es muy importante. Si ves al otro limitado y consideras que no cumple tus expectativas, lo estás viendo con una energía de carencia. Dicha energía genera limitaciones y miedos, y es una enorme fuente de desequilibrio entre el dar y el recibir. Cuando esto ocurre, el otro se tiene que proteger de ti y de la energía de carencia que emanas.

¿Te das cuenta porqué la sobreprotección es un veneno y no una ayuda? Es ver al otro carente, y como sabes, la carencia es una frecuencia bajísima. Genera odio, venganza, ira, tristeza y depresión. Ahora te pregunto: ¿Con qué energía ves a tus seres queridos? ¿Los has controlado y manipulado porque no cumplían con tus expectativas? ¿Los intentas cambiar todo el tiempo?

Si tu respuesta es afirmativa, entonces has dado y recibido una cantidad colosal de energía de carencia. Considera lo que estás dando y recibiendo, y si no te gusta, no te preocupes. Si has identificado este proceso, puedes modificarlo ahora mismo. Establece de nuevo el equilibrio manteniendo una alta frecuencia de amor.

Puedes reconocer que lo que ha ocurrido es que has visto a los otros con una mirada carente y has emanado una baja energía de carencia. Has juzgado que no cumplen tus expectativas. Y en ese momento, por efecto de la Ley del Equilibrio, has recibido de vuelta esa misma carencia. Has llegado a acumular tanta que te rechazan y abandonan.

Da amor y recibirás amor

Lo que recibes es el espejo de lo que das. Si has recibido carencia y energías bajas, es porque tú las has dado. En realidad, el equilibrio siempre está presente. Está en la carencia o en la abundancia. Si no está en la abundancia, es que estás dando carencia en todas tus relaciones.

Para sentirte merecedor de todo lo que viene a tu vida debes mirar a todos merecedores. Esto significa que si dejo a cada uno gobernar su propia existencia, ellos serán los auténticos merecedores de lo que llegará a sus vidas. Así permites que cada uno haga con su propia existencia lo que quiera o pueda, porque a eso han venido. Déjalos desplegar sus alas y manifestar su propio poder.

Ámate a ti mismo. Si no lo haces, ¿cómo podrás dar amor a los otros? Si te amas no necesitas nada de nadie, y puedes aceptar al otro tal cual es. No tengas miedo y cumple tu hermoso plan. Da desde el amor, y permite que el otro también dé. Siéntete merecedor de toda la maravilla que vendrá a tu vida, y siente que los otros son también merecedores. Así alcanzarás la maestría de tu propia existencia.

Si te gustó este artículo y quieres profundizar más en este tema, te recomiendo que leas el artículo anterior: Puedes cambiar tu realidad ahora.